Su hija, Adriana Covarrubias Vives, participó desde niña en el taller, ya a los 12 años hacía faldas bordadas que luego serían vendidas en Los Gobelinos.
Poco a poco fue creando su gusto por la alta costura, se casó y continuó con el taller y el personal de su madre, con la que trabajó hasta que ella tuvo 80 años. En este ambiente nace Adriana Valdés Covarrubias, que después de vivir un tiempo en Venezuela – donde estudió Diseño de Vestuario– vuelve a Chile a continuar con el legado de su familia empezando a trabajar en el taller con su madre hasta la fecha.